A los niños les cuesta trabajo
situarse en el tiempo. Aprender la hora es la meta de un largo camino que
recorren prácticamente desde su nacimiento, y que marcará un importante hito en
su infancia. Si aplicas juegos a este largo proceso, será más fácil alcanzar el
objetivo.
El concepto que tienen los niños
del tiempo es muy relativo: para ellos no existe ayer ni mañana, sino que todo
ocurre ahora, y la rutina es el único modo que tienen para organizarse y
sentirse seguros.
Por eso, a medida que crecen, el
tiempo tiene un significado distinto para ellos:
Cuando el bebé nace, es su
aparato digestivo el que maneja su vida: estará despierto cuando tenga hambre o
se ensucie, y dormirá el resto del tiempo. En esta etapa aprende a situarse en
el tiempo y a adaptarse a tus horarios cada vez que atiendes sus necesidades, y
poco a poco empezará a distinguir el día de la noche, la hora de comer, de
merendar, la siesta…
Con dos años, ya se ha adaptado a
los horarios familiares y las rutinas son más fijas, pero su reloj no marca las
horas aún, sino los eventos.
Hay que ayudarle a situarse en el
tiempo explicándole por la mañana y a lo largo del día lo que va a ocurrir.
Aunque no comprenda el reloj ni el calendario, puede entender que sirven para
medir el tiempo.
También se le puede explicar qué
ocurrirá en próximas fechas, como una fiesta, su cumpleaños, la llegada del
invierno… Esto le ayudará a entender conceptos abstractos que a nosotros nos
parecen sencillos, especialmente antes y después.
A partir de los 4 años,
especialmente después de haber iniciado la educación infantil, los horarios y
la rutina se convierten en el modo de entender el tiempo. Sin embargo, aunque
los niños ya tienen más claro el pasado y el futuro, aún les resulta difícil
concretarlo. Así, “ayer” podría situarse
hace un rato, el mes pasado y también hace un año.
Ha llegado el momento de poner
nombre a esos conceptos: empieza por los días de la semana, los meses, las
estaciones; háblale de cómo el paso del tiempo ha hecho que las cosas cambien;
de lo que sucederá a medida que los meses avancen, como las estaciones y sus
fiestas, la climatología, los cambios de la naturaleza…
También le resultará útil si, en
las frases que utilizamos, sustituimos palabras como luego, después, mañana,
antes… por horas: son las 8 de la mañana, desayunamos a las 9, te recojo a las
2, bajamos al parque a las 6…
A partir de los 6 o 7 años es el
momento adecuado para que los niños sustituyan esas referencias aún abstractas
por otras más concretas, y por eso aprender las horas es un paso fundamental e
imprescindible para su desarrollo cognitivo.
Para aprender las horas lo más
aconsejable es utilizar un reloj de juguete, puedes utilizar un despertador
para mostrarle cómo pasa el tiempo pero también podemos utilizar la música para
introducirle conceptos de para qué sirve la manecilla larga y la corta, o
podemos introducir una canción a la que se le asigne una frase a cada hora del
día para que al niño le resulte más fácil aprenderla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario